jueves, 19 de agosto de 2010

SUMMIT

Soy un aparato. La única vez que jugué un partido de fútbol en mi vida fue el inolvidable Columba vs. La Urraca. Editorial contra editorial. El Tony contra Humor Registrado.
Cuando vi llegar al equipo rival no reconocí a casi nadie. No estaban Grondona White, ni Juan Sasturain, ni Hugo Paredero, ni el Negro Fontanarrosa, mucho menos Andrés Cascioli. Obviamente tampoco se habían dado cita allí ni Ramón, ni Claudio Columba, ni Robin Wood. Los rivales eran lo que nosotros; personal de planta, digamos. Eso sí, sobresalía entre ellos una cabeza enrrulada. Era Rep.
A los diez minutos de empezar supe que a la pelota no la iba a ver ni cuadrada. Todos los demás jugaban mejor que yo. A pesar de todo, corría como un cohete. Iba de una punta a otra de la cancha esperando una pelota que nadie se atrevía a pasarme. Detrás mío, el metro ochenta de Rep cagaba a patadas a mi escaso 1,68. Una vez lo puteé, pidió perdón y siguió jugando. En un momento, la pelota cayó a mis pies de casualidad, pero ahí estaba el insistente Rep y preferí rifarla a regalarla. No busqué compañeros, no busqué arco. Pateé, literalmente, a la mierda. De pronto oí los gritos de gol. Sentí varias palmadas en la espalda. La había metido.
No recuerdo el resultado exacto. Fue como 2 ó 3 a 0. Goleada rotunda de Columba. Los equipos nos despedimos y nunca los volví a ver. Esa fue la única vez que sentí rivalidad contra la editorial La Urraca. Puramente deportiva. Rep tampoco jugó mal; es que faltó arbitro.
Pero la rivalidad existía. Ellos no vendían nada mal, pero por el tipo de publicaciones populares, nosotros vendíamos más. Ellos se habían convertido en el adalid de la libertad y la democracia en aquellas épocas nefandas, mientras que Columba apostaba a la aventura conservadora. Y hasta teníamos a un espía del Servicio Secreto Inglés, aunque no se si sabrían que Dennis Martin era, en realidad, irlandés. En las páginas de Superhumor se publicaban notas criticando a Columba por su estética kitsch e idiología no comprometida. En tanto, ellos publicaban buenas historias gráficas escritas por Sasturain, de Santis, Trillo, Saccomano; dibujadas por Mandrafina, Altuna, Breccia (padre e hijo). Algunos de ellos, como ven, colaboraron en ambos bandos.
Una vez, Marcelo Birmajer escribió una nota mofándose de Cabo Savino. Julio Alvarez Cao, su guionista, juró que lo cagaría a trompadas allí donde lo viera. No pudo concretar su deseo. Yo sí he vuelto a ver a Birmajer y, por cierto, lo encontré como un lúcido narrador.
De hecho, la vez que Columba organizó un concurso de guiones en el que yo era jurado, vi los de Pablo de Santis y Marcelo Birmajer. Eran buenos, pero no "Columba", sino "Fierro". El ganador es hoy un anónimo, lejos del medio, y miren a dónde han llegado los muchachos del otro bando.
El veredicto del concurso se había retrasado, como ocurre a menudo con estos menesteres. Nos habíamos dividido entre tres los cientos de trabajos recibidos. Sobre mi escritorio había parvas y parvas de papeles arrugados, garabateados con birome, que querían ser guiones. De pronto, Birmajer aparece por la redacción y lo atiendo yo. Quería saber cómo andaba el concurso. Al oír mi respuesta sonrió socarronamente. Supongo que creyó que todo estaba arreglado.
Seguramente no debían leer El Tony ni D'Artagnan salvo para criticarlas, mientras nosotros leíamos y disfrutábamos todo lo que ellos publicaban. Eran buenos, pero nunca terminaron de tragarnos. Lo gracioso es que, en los eventos editoriales, Antonio Presa, jefe de arte de Columba, y Andrés Cascioli, dueño de La Urraca, se sentaban en la misma mesa con sus esposas y se cagaban de risa de toda esta historia.
Un día cerraron. Al tiempo lo hicimos nosotros. Los años se fueron volando. Cada uno se concentró en lo suyo. Hubo Historias de la Historieta Argentina, antologías y ensayos que olvidaron el palo de ejemplares que Columba tiraba cada mes entre sus cinco revistas quincenales. La rivalidad parecía irremediablemente congelada en la historia.
Hasta que Juan Sasturain en su programa "Continuará" de Canal Encuentro, decide dedicar una emisión a Nippur de Lagash y Robin Wood.
Aquello fue único, inaugural. Un verdadero homenaje. Hasta se trató el tema de por qué se decía que Wood había quedado del lado de la "derecha ideológica" y él lo explicó.
Ultimamente, Nippur ha sido reeditado más de una vez y forma indiscutiblemente parte del panorama de la historieta argentina. Ahora sé que Sasturain también lo había leído. Y que la controversia ha quedado definitivamente zanjada.
Para este encuentro memorable, buscado por el propio Juan, solo se me ocurre como título, el del trabajo que grabaron juntos Piazzola y Mulligan. Que digan que exajero, no me importa. Me siento a gusto, satisfecho y emocionado.





(Imágenes: Robin Wood y Juan Sasturain)

2 comentarios:

  1. En ese equipo de fútbol de La Urraca, seguramente estaría mi querido (primer) maestro: Raúl Fortín.
    Un abrazo , Manu.
    ¡Yo tengo menos fútbol que Tarzán, no sos el único!

    Diego Aballay.-

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  2. ¡Fortín! ¡Fortín! La semántica de su nombre lo dice todo. ¡Un abrazo para el querido artista Fortín!

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