Pobre Salgari. Soñaba con navegar los Siete Mares y solo lo hizo durante tres meses en el Adriático. Quiso aventurarse por los rincones más extremos del mundo y jamás salió de Italia. Por haber herido en duelo a un periodista rival tuvo que pasar seis meses en la cárcel. En 1889 se suicida su padre. En 1911, a causa del desequilibrio psíquico de su esposa y su creciente miseria económica comete el seppuku, honroso suicidio japonés que consiste en hundirse una daga en el abdomen. ¿Cómo puede morir en la pobreza y en la desdicha alguien que escribió ochenta y cuatro novelas y un número indeterminado de relatos? Novelas que, en vida de Salgari, llegaron a tiradas de cien mil ejemplares, y aún hoy continúan haciéndolo.
Pero nos queda su
feroz imaginación. Lo que su cuerpo no
pudo, lo lograron sus sueños. Por esa
razón, Latinbooks lanzó esta novela gráfica.
Para continuar con esa tradición que lleva más de un siglo. Y no muere.
Porque sus historias transcurren en parajes inhóspitos, son protagonizadas
por héroes nobles, valientes, aguerridos y apasionados.
En efecto, Emilio
Salgari tuvo una vida trágica. Pero lo
que el no obtuvo, nos lo regaló. Ha
llenado de emoción y alegrías a decenas de generaciones, entre las que me
encuentro. Tal vez Sandokán, que aquí
presentamos, sea uno de sus personajes más celebres. Lleva incontables adaptaciones al cine y la
televisión. Pero es una cantera
inagotable. No será la primera novela
gráfica dedicada al personaje. Pero es
la mía. Y por un tiempo viví junto al
escritor los combates, las intrigas y las peripecias que imaginó. ¡Viva Emilio Salgari! ¡Viva la Aventura!
Emilio Salgari
Extraño fotomontaje hallado en una página web con supuestos nativos dayaks.
Emilio Salgari
Extraño fotomontaje hallado en una página web con supuestos nativos dayaks.