martes, 15 de marzo de 2011

CHINDITS SEGUNDA TEMPORADA




El brigadier Orde Wingate era un verdadero maniático. Al punto de beberse el contenido de un florero en un ataque de furia durante una fiesta de la alta sociedad británica, lo que le ocasionaría recurrentes ataques de fiebre. Situémonos ahora en la época: Segunda Guerra Mundial, año 1942. El extremo oriente y el sudeste asiático estaba practicamente tomado por Japón. Probablemente a causa de su pertinaz manía, pero seguro por su triunfo en la liberación de Etiopía el año anterior, el brigadier Orde Wingate obtiene la venia de Winston Churchill y de su amigo, el general Montgomery para crear un grupo comando que operaría en Birmania tras las líneas enemigas, volando puentes y ferrocarriles, pero evitando enfrentamientos directos con un enemigo más poderoso. Wingate queda inmediatamente fascinado por un ídolo de la antigua cultura birmana llamada “chinthé”, bestia mitológica mitad águila, mitad león que suele erigirse en la entrada de los templos birmanos como gárgola guardiana. Y con ese nombre bautizó a su flamante cuerpo. Los Chindits se echaron al hombro dos audaces aunque no muy exitosas campañas. La primera durante el 43, la segunda en el 44. Hacía tiempo que Robin Wood venía amagando con algunos unitarios sobre Wingate, cuando finalmente en 1977 se decide convertirla en serie. Cuatro personajes la lideraban. El australiano Morgan, el escocés MacAllister, el americano “Cowboy” Hanlin y y el indio Ramar Khan. Todos de fisonomías diferentes, con sus atuendos diferentes y sus caracteres diferentes. Algo hábil por parte de Wood al facilitar la identificación de sus personajes con el lector en una historieta de género como es el bélico, donde todos visten uniforme. La serie, publicada en la revista Fantasía durante algo menos de cuarenta episodios tuvo un inesperado éxito teniendo en cuenta que se trataba de material algo oxidado como podría ser la temática “Segunda Guerra”. Pero, claro, Robin Wood estaba detrás y sabía darle ese aire novedoso, de guerrilla reciente. El público la pedía, la historia se alargaba, hasta que el Director Editorial se quejó de inverosimilitud por haber sido la campaña mucho menos larga e intensa de cómo la contaba la serie. Otra genial idea de Robin para salvarla: los hizo atrapar por los japoneses. La campaña había terminado para Morgan y los suyos, pero la serie siguió dentro de un campo de concentración. Nunca le pregunté a Robin las razones por la que la cerró. Pero en 1984, Antonio Presa me invita a continuarla. Como faltaba contar la campaña del 44, el pedido me venía como anillo al dedo. El Director Editorial se había retirado y pude hacer de las mías durante 29 episodios. Fue un un honor mover a esos personajes que jamás voy a olvidar. Imposible dejar pasar a Rezzónico, su dibujante, en esta memorabilia. Tal vez haya sido su consagración, además de su única gran obra. Hace algunos años me tocó negociar la venta del fondo editorial de Columba en representación de sus nuevos dueños. No sé quien la compró. La otra parte también nombró representantes con la orden estricta de no largar prenda sobre su identidad. Allí se fueron los originales de mis Chindits, entre muchas otras cosas. Si alguien sabe dónde están, que hable ahora.